Dime qué asana evitas… y te diré qué necesitas
Dime qué asana evitas… y te diré qué necesitas
Por: Cristina Herrero Puig | Abr. 16, 2014
Una de las muchas cosas buenas que tiene ser profesor de yoga es que te brinda la oportunidad de conocer a un buen número de personas de todo tipo de condición física, edad, ideales; cada uno viene con sus creencias, unas limitadoras y otras no tanto. Te permite observar su práctica, sus dificultades y resistencias así como sus puntos fuertes. Somos testigos privilegiados de la relación que cada alumno tiene consigo mismo, con su cuerpo y con todo su Ser.
A partir de esta observación silenciosa y respetuosa a lo largo de los años, he podido vislumbrar la relación existente entre determinados rasgos del carácter o actitudes ante la vida y las asanas que resultan más fáciles y agradables o que abordamos con inseguridad y recelo.
Resulta bastante claro y evidente pensar que una persona introvertida y tímida se sentirá mejor haciendo posturas de flexión como aschimottanasana o Kurmasana que invitan a la introversión, que practicando grandes aperturas como Ustrasana, el puente o Dhanurasana. En muchos casos, esta timidez viene acompañada por unos rasgos físicos muy concretos como son hombros caídos y rotados hacia dentro, pecho hundido y cabeza adelantada con la mirada baja. Un hábito postural que dificulta bastante la práctica de posturas de apertura; aunque sea esto precisamente lo que el practicante necesita, abrirse a la vida.
El caso contrario también resulta bastante claro. Una persona extrovertida, que gusta de estar rodeado de gente y por el contrario evita la soledad y el silencio, se sentirá bien en asanas que implican una apertura del pecho y plexo solar, y notará dificultades e incluso incomodidad en posturas de flexión anterior, en las que el cuerpo se pliega sobre si mismo y la conciencia se vuelve hacia dentro.
Personas de mente muy dispersa posiblemente se sientan especialmente incómodas en Bhujangasana; notaremos como su postura se desmorona, se relaja, al igual que su atención mental.
Las posturas invertidas implican un cambio de perspectiva, ver la vida desde otro punto de vista. Serán agradables para personas empáticas, tolerantes, capaces de ponerse en el lugar del otro.
Si pensamos en Virabhadrasana II y recordamos la sensación de fuerza, confianza y valor que nos da, no resultará difícil imaginar qué tipo de personas más lo necesitan; observadores que prefieren quedarse sentados mientras son otros los que bailan, personas con baja autoestima que no se sienten lo suficientemente buenas como para perseguir sus sueños. Seguramente les guste la postura, incluso sea una de sus favoritas, pero se cansarán rápido.
Posturas que representan un reto a superar como Sirsasana, Mayurasana… no serán obstáculo para personas arrojadas; no quiere decir que lo logren a la primera, pero no tendrán problema en intentarlo. No es así para almas temerosas, conformistas, acomodadas en sus vidas y sin ganas de cambiar. Se resistirán, no se verán capaces y buscarán excusas.
Personas con ideales y convicciones muy férreas tendrán dificultades en adoptar posturas de torsión o inclinación lateral que implican flexibilidad.
Las posturas de equilibrio son bastante chivatas en lo que al interior se refiere. Una persona que está en un momento de crisis emocional difícilmente podrá permanecer más de algunos segundos en la postura. Mentes dispersas o muy activas pueden encontrar también dificultad en los equilibrios. Personas excesivamente racionales o por el contrario muy intuitivas e imaginativas, sin enraizar en la tierra. Esto se debe a un desequilibrio en los hemisferios cerebrales. Recordemos que el hemisferio derecho es el lunar, de energía femenina, intuitivo, creativo… el hemisferio izquierdo es el solar y masculino, más racional, lógico y matemático. Cada hemisferio cerebral se relaciona con la fosa nasal contraria y la mitad del cuerpo.
Lo expuesto no son verdades absolutas, ni pretenden serlo. No quiere decir que alguien apocado no sea capaz de hacer Sirsasana, o una persona extrovertida formar Paschimottanasana. Con constancia y práctica consciente todo se puede conseguir y superar. Es una simple invitación a la observación y el autoanálisis, para otorgarle al yoga el lugar que merece en nuestras vidas.
Cristina Herrero es profesora de yoga y meditación en Gaia.
Yoga y senderismo
Senderistas, peregrinos, montañeros… para todos los amantes de las largas caminatas hoy os queremos ofrecer una serie de posturas de yoga para recuperar y descansar las piernas y los pies tras un largo paseo, pues yoga y senderismo forman un tándem perfecto.
En el tren inferior del cuerpo se encuentra gran parte de masa muscular de nuestra anatomía. Residen los grandes grupos musculares de las piernas y caderas: cuádriceps, isquiotibiales, gemelos, glúteos… responsables de la potencia y la fuerza de nuestros movimientos.
Esta musculatura tan extensa es capaz de hacer grandes esfuerzos y llevarnos muy muy lejos. Pero también necesitan un buen descanso reparador para poder seguir con la misma fuerza y energía. Con estas posturas lo conseguirás:
(*Recuerda que estás realizando estiramientos muy profundos de la musculatura, por lo que deberás estar atento y ser delicado con tu respiración, respetando los límites del cuerpo en cada una. La respiración se irá haciendo más lenta y suave, permitiéndote encontrar tu espacio en cada estiramiento. El tiempo para cada postura depende de ti, aunque puedes repetirla dos o tres veces)
1-. ADHO MUKHA SVANASANA: En este enlace tienes algunas claves que te ayudarán a realizar la postura con plenitud
2-. Link Placeholder: Siente como se enraízan tus plantas de los pies en el suelo y desde ahí percibe la activación de las piernas para que, una vez que entres en la postura, el estiramiento de los isquiotibiales sea intenso y profundo.
3-. Link Placeholder: Otro potente estiramiento para los músculos de la parte posterior de las piernas (isquiotibiales) e interna de los muslos (aductores). Además, mejora la circulación sanguínea en la zona pélvica, lo que puede ser un gran alivio si tenemos dolor ciático tras la sobrecarga de la caminata.