La alimentación y el progreso espiritual
La alimentación y el progreso espiritual
By: María González Santos | Oct. 07, 2016
Desde hace tiempo he aprendido a enfocar mi alimentación de una forma diferente, es uno de los cambios que me ha aportado la practica del yoga, ser más consciente, en todo lo que entra a través de los sentidos.
La alimentación para mi se ha convertido en otro modo de dirigir mi concentración de un manera positiva.
A la hora de ingerir alimentos intento siempre preguntarme qué es lo que me van a aportar, trato a mi cuerpo como lo que es, el lugar donde habita mi verdadera esencia.
“Trata bien a tu cuerpo para que tu alma quiera habitar en él”
He comprobado que ciertos alimentos me alejan del estado de bienestar que necesito y otros por el contrario, me ayudan a crearlo.
Os dejo algunas pautas enfocadas a una alimentación espiritual:
- Cuando lleves tu comida a la boca pregúntate siempre ¿qué me va a aportar este alimento?, ¿de dónde proviene?, ¿es un alimento vivo o todo lo contrario?.
- Come en un ambiente tranquilo, sin distracciones, saborea la comida, olvídate del móvil, de la televisión, del periódico y por supuesto jamás discutas.
- No ingieras demasiado líquido, bebe a pequeños sorbos y procura que esté a una temperatura ambiente, para evitar dificultar la digestión.
- Come alimentos vivos, que hayan recibido sol, y hayan estado en contacto con la tierra, hortalizas, frutas, cereales, legumbres, frutos secos, brotes…
- Elimina o reduce las proteínas animales, somos lo que comemos, (te recomiendo que busques y veas algún documental sobre el proceso de la carne hasta que llega a tu plato, realmente entristecedor…). “La verdad sobre la carne”, es uno de ellos.
- No consumas nada que altere tu mente (café, alcohol, estimulantes, drogas)
- Destierra los productos industrializados y procesados, azúcares, colorantes, aditivos, estabilizantes, potenciadores del sabor…
- Siéntete agradecido por tus alimentos, bendícelos.
- No comas en exceso, la digestión te robará energía y sentirás somnolencia.
- Confía en la naturaleza y en cada estación, ella se ocupa de darte todo lo que tu cuerpo necesita.
- Para poder comprobar los efectos de los alimentos por ti mismo, te recomiendo un simple ejercicio que suelo utilizar personalmente, registra en un cuaderno lo que comes, y anota como te sientes física, mental y espiritualmente.
Escucha a tu cuerpo, te aseguro que siempre te dará una respuesta.
Namasté
Tu espacio
Cuando llegas a casa tras el trabajo llevas sobre tu espalda todos los acontecimientos de la jornada: cientos de emails y conversaciones que siguen rumiando aún en tu cabeza, el teléfono con todas sus notificaciones y mensajes, el bullicio de las calles anunciando estrepitosamente la navidad y el ruido mental extra que la combinación de todas esas cosas genera. Parece imposible detener el flujo de pensamientos.
La mente no da tregua y a veces el día a día puede ser realmente muy cansado, incluso cuando parece haber acabado. Ahora más que nunca, una de las mejores cosas que podemos hacer por nosotros mismos es crear espacios de calma en nuestras vidas como si de algo sagrado se tratara. Si no tienes tiempo de acudir a una clase de yoga o de meditación, puedes hacer una práctica personal en tu propio hogar; merece la pena aprender a ejercitar tu descanso.
La relajación que te propongo es muy simple y sanadora, sigue los pasos con atención y ponla en práctica.
Lo primero es encontrar un “rincón” para ti. Es esencial intentar crear tu pequeña burbuja para detenerte al menos unos minutos, cinco, diez, quince o el tiempo que necesites y prestarle atención a tu cuerpo, tu mente y a tus emociones.
Para convertirlo en un auténtico ritual embellece ese espacio nuevo y personalízalo. Puedes poner cojines bonitos o elementos decorativos que te hagan sentir bien, algunas velas de colores que te inspiren relajación, adornar con plantas o flores y crear un agradable ambiente aromático quemando inciensos o aceites olorosos. El simple hecho de encender tus velas te predispondrá a cambiar la sintonía mental y a dejar atrás la rutina de la jornada.
Túmbate cómodamente con brazos y piernas estiradas, o con las manos apoyadas sobre el vientre, una almohada o bolster de yoga hará más confortable la postura. Guarda silencio de forma consciente, piensa en ello y conecta con tu respiración; ese es el camino natural para llevar la mirada hacia el interior y empezar a sentir.
Continúa respirando profundo y céntrate en la cadencia de las tomas de aire sin cambiar nada; poco a poco el mundo entra en quietud, el externo y el interno, la mente baja el ritmo acompañada por el cuerpo y estás tan solo contigo.
Durante esos minutos puedes hacerte una pregunta simple: ¿Cómo estoy hoy? ¿feliz, cansado, serio, molesto, triste, apático, aburrido, cabreado, eléctrico, ansioso, complacido…? Son muchas las emociones que pueden aparecer, sean cuales sean permite que afloren, suspira si así lo sientes y suelta.
Quizá cueste al principio, pero merece la pena hacer el ejercicio, tener el gesto de cuidado y de conciencia para con uno mismo, dedicar un tiempo al día en el que puedas observarte, dejar que los sentimientos salgan y conceder reposo a todo lo sucedido generando una visión más sosegada de las cosas, creando así claridad mental.
Hazlo cada día; para, crea tu espacio; guarda silencio; respira y descansa.
A medida que vayas incorporando estos hábitos podrás empezar a explorar la meditación. Visitando mi perfil de profesora en Aomm.tv encontrarás algunas prácticas meditativas y de respiración guiadas que te servirán para afianzarte.