Masterclass de Vinyasa Yoga
Masterclass de Vinyasa Yoga
By: Diana Naya | Jan. 25, 2016
A menudo corremos de un lado a otro, en una dirección y la contraria, de una experiencia a la siguiente. Esto en sí mismo, no tiene mayor impacto, salvo que suele conllevar la misma velocidad en el mundo interior. Y eso sí tiene consecuencias. En general, da lugar a una sensación general de angustia, dominada por la idea de que no llegamos a todo lo que debemos hacer y completar.
Cierto es que tenemos muchas responsabilidades y, aún más, deseos. Cada uno con derecho propio a existir y ser explorado. La lástima, quizás, es que en el camino perdemos la elegancia y la suavidad que tanto bien y belleza nos dan. Perdemos presencia, y eclipsamos nuestra voluntad, ahogados en retrasos y cosas pendientes.
Practicar yoga, en sus infinitas posibles formas, es una manera rápida de volver al centro (ese lugar lleno de eficacia e inteligencia, de alegría y placer).
Durante mis primeros años enseñando me centré en el Vinyasa y formas dinámicas de yoga. Ya en esa etapa era consciente de la necesidad que tenemos de compensar la velocidad con contemplación, la acción con espera. Y la meditación me parecía la forma ideal.
Hasta que descubrí el Yin Yoga y esa maravillosa entrada que hace en el cuerpo, para liberar y llenar de vida los tejidos, las articulaciones y la mente. Y encontré una manera de meditar en las posturas de yoga. El Vinyasa, el Yin yoga y el Mindfulness son ahora para mi una trinidad inseparable. Cada uno tiene su lugar en el tiempo y el espacio, pero todos aportan y suman a los demás.
Y cuando más me gustan es cuando se funden: a veces en un estilo dinámico me asiento en la contemplación y la presencia de mi respiración danzando con las transiciones, o de repente en una postura pasiva observo pasar el tiempo raudo y veloz, sin sensación de quietud sino maravillada en el movimiento de la vida a través del cuerpo.
También he descubierto con el tiempo que una manera de traer el Vinyasa a la terapéutica a través del yoga es practicarlo muy lentamente, alargando la respiración hasta crear el bálsamo necesario para el sistema nervioso. Así podemos cultivar la fuerza y la resistencia, sin crear ninguna alerta innecesaria en el cuerpo. Es lo que llamamos Mindful Vinyasa: practicar en presencia plena incrementa de manera radical los beneficios de nuestro esfuerzo.
Por eso he decidido presentar esta serie de prácticas titulada Dulce Determinación. En ellas dedicamos nuestro tiempo a cultivar esta sencilla manera de concebir el rol de la práctica: como templo, como médico, como psicólogo, como coach, como amigo, como acupuntor, como celebración…
La dulzura es para mí una expresión de ahimsa, una forma evidente de no ejercer la violencia, sino todo lo contrario. Es hacernos blanditos y suaves situándonos en un lugar de pensamiento limpio y claro; libres de juicios, quejas, obsesiones y prisas.
La dulzura en nuestra personalidad tiene sabor de paciencia, cariño, respeto, empatía y nobles aspiraciones.
La determinación es la visión clara unida a la intuición y la confianza. Presupone que nos hemos hecho preguntas respecto a nuestro camino y cómo deseamos caminarlo. Supone que tenemos objetivos y planes, y que deseamos tener un impacto positivo y estamos dispuestos a tomar las acciones que sean necesarias, sin frustrarnos ni agotarnos.
El privilegio de diseñar, rodar y practicar una masterclass nos saca de las zonas conocidas a las desconocidas, y se produce una gran experiencia de aprendizaje. Como la cocina a fuego lento, una masterclass va creando una atmósfera de práctica que nos traslada en el tiempo y el espacio. Los efectos sobre todos los sistemas del cuerpo son muy notables, y el poso es de larga duración.
En la sección de Mindful Vinyasa de esta serie accedemos a información de movimiento e intención para cultivar la dulzura y la determinación, especialmente la acción sin prisa y con contenido.
En la sección de Yin Yoga nos fortalecemos en el arte de esperar ajenos al juicio, en inocencia y paciencia.
Ambas prácticas unidas en la Masterclass completa suponen un ejercicio terapéutico que dejará al cuerpo y a la mente preparada para muchos días de inspirada mirada.
Love yoga
Hoy, día 14 de febrero, es el día más amoroso del calendario, El Día de San Valentín y se conmemora en todo el planeta de la manera más diversa.
Esta maravillosa expresión de amor a tu compañero de viaje en la vida que si además tenéis la fortuna de poder compartirlo, desde aquí, os sugiero que practiquéis algo muy sencillo, que consiste en que pongáis la energía de vuestro cuarto Chakra a trabajar. Anahata Chakra, está situado en tu corazón, justo en el centro de tu pecho, donde residen nuestras emociones y nuestros sentimientos.
Para ello siéntate cómodamente frente a tu pareja en Sukasana, la que llamamos postura sencilla, lo más cerca posible el uno del otro, si necesitáis ajustar la posición podéis también colocar un cojín debajo, intentando que vuestras piernas se entrelacen. Mirándoos a los ojos, colocad vuestra mano izquierda en vuestros respectivos corazones y la mano derecha en el corazón de vuestra pareja. Respirad profundamente y sostened la mirada, escuchando latir el ritmo de vuestros corazones. Visualizad vuestro Anahata Chakra de un color verde esmeralda intenso y dejaos llevar por las sensaciones que os provoca esta manera de conectaros.
Anahata Chakra, corresponde al elemento aire, su sentido es el tacto, su Mudra es Jñana Mudra (uniendo las puntas del índice y pulgar), su glándula el timo, su piedra el cuarzo rosado y su Mantra es Yam. Este Chakra tiene la virtud de traer energía y sanar.
Las asanas que se corresponden con Anahata Chakra son las que abren tu corazón, estas son algunas de ellas si quieres activarlo o equilibrarlo:
- Anjaneyasana: Luna creciente
- Virabhadrasana I” y II: Guerreros I y II
- Ustrasana: el camello
- Ardha Matsyasana: El Señor de los Peces
- Setu Bhandasana: El Puente
- Chakrasana: La Rueda
- Matsyasana: El Pez
¡FELIZ DÍA DE SAN VALENTÍN!
Namasté