Mi viaje yogui
Mi viaje yogui
By: Carla Sanchez | Oct. 07, 2015
Al principio éramos nómadas.
Viajar forma parte del ser humano, el impulso natural de movernos, de explorar y descubrir nuevos horizontes. Nos desplazábamos en busca de comida, caza, zonas fértiles que proporcionaran alimento y la aparición de la agricultura fue el comienzo de un gran cambio. Poco a poco nos fuimos asentando en comunidades sedentarias, precursoras de nuestro actual modelo de vida, pero el ansia de viajar nunca cesó.
Se ha ido transformando para dar paso a otra manera de transitar por el mundo, la curiosidad de conocer distintas culturas, de admirar la belleza de la naturaleza y de compartir momentos especiales.
Ahora viajamos para hallar la emoción, que no deja de ser algo esencial e íntimo, que nos conecta profundamente con lo que somos y lo que nos rodea.
Este verano viajé al norte de India, la yogini que aprendió el yoga en occidente, se iba en busca de los orígenes. ¡¡Wow India!! me decía todo el mundo. Es un país cuya fama mística resulta difícil trascender. Se escuchan tantas historias de gente a la que le ha cambiado la vida, que repite una y otra vez, personas que se han quedado a vivir allí, que puedes perderte en una idea un tanto mitológica de lo que vas a encontrar, generando excesivas espectativas.
El extra era viajar de la mano del Yoga, una experiencia que va mucho más allá del turismo. Cambiar el escenario te sitúa en un plano mental distinto, la variación de perspectiva se da aunque no la busques y ahí es donde empieza la otra expedición, hacia el interior.
Si a ésto le añades la práctica de Yoga y meditación diarias, como eje conector de la viviencia, surge la oportunidad de profundizar conscientemente y abrir un espacio de autoconomiento. Ambos viajes son siempre una aventura en unión, como la misma palabra YOGA indica, unión del cuerpo y de la mente, y por lo tanto, unión universal, porque no estamos separados de nada.
Elegir destino es importante, un lugar que nos inspire, ya sea por su encanto, por el interés cultural, o su magia. Y después viene la disciplina de levantarse pronto cada día y aterrizar sobre la esterilla para comunicarte con tu cuerpo.
Los viajes de encuentro personal son fantásticos pase lo que pase en ellos. Una ocasión para desconectar de verdad de todo lo que abarrota nuestro día a día y conectar otra vez, echar gasolina premium para volver con la energía renovada, siendo un poco más tú y con las ideas más claras.
Pero retomemos India de nuevo. ¡Pues no fue lo que yo esperaba! teniendo en cuenta que no esperaba nada concreto, ya que tenía claro que iba a encontrar mucha suciedad, bullicio, caos, ruido y pobreza, entre otras cosas. Para lo peor iba teóricamente preparada.
Tampoco tuve un brote de iluminación, ni sintonicé especialmente con la vertiente más mística, que distaba mucho de mi sentido personal de la espiritualidad.
Sin embargo, la belleza de lo real, de lo que es sin más añadidos, de las conversaciones con mis compañeros de andanza, de los pequeños detalles y la autenticidad de tantas situaciones vividas, positivas y negativas; todo interiorizado a través de mi práctica: las posturas, la respiración, los silencios, la atención consciente… conformaron la experiencia única e irrepetible de “mi viaje yogi”, haciéndolo sencillamente enriquecedor.
7 hábitos para empezar el día con buen pie
Resulta bastante obvio que la actitud con la que comenzamos el día por la mañana marcará el desarrollo de los acontecimientos durante el resto del día, no tanto por lo que ocurra, sino por la percepción que tengamos de lo que sucede y nuestro estado de ánimo. Os proponemos adoptar siete hábitos que harán que vuestro día sea más agradable y productivo desde el momento mismo en que suena el despertador.
1. Acuéstate pronto la noche anterior. Es tentador quedarse despierto hasta tarde cuando todos duermen y la casa está en silencio. Pero trasnochar pasa factura al día siguiente. Habituarse a dormir las horas que el cuerpo necesita es la mejor manera de empezar bien el día.
2. Madruga. Levántate temprano y sin prisa. Pon el despertador quince minutos antes de la hora normal. Puede que cuando suene por la mañana sientas deseos de estamparlo, pero te animamos a que tu voluntad sea más fuerte que la pereza y sigas adelante con las demás propuestas. Si te acostaste pronto, te costará menos levantarte.
3. Sé agradecido. Dedica el primer pensamiento del día a agradecer que estás vivo. Da gracias por tener la oportunidad de aprender algo nuevo con cada conflicto que se te presenta, y agradece el nuevo día que se te brinda como el mejor regalo.
4. Medita. Siéntate en un lugar elegido para ello, limpio en el que no vayas a ser molestado o distraído. Medita durante 20 o 30 minutos, o sólo 10 si no tienes más tiempo. Puedes poner una alarma para no tener que estar pendiente de la hora. Si no o has hecho nunca: siéntate en una postura cómoda con la espalda recta. Relaja el abdomen y respira libremente. Pon tu atención mental en la respiración, concretamente en la sensación que se produce en tus fosas nasales cuando el aire entra y sale. Cada vez que tu mente se distraiga con otra cosa, sólo vuelve a la respiración. Una y otra vez. Amablemente y sin reproches. Aquí tienes una meditación guiada con la que puedes empezar a practicar.
5. Saluda al Sol. Es perfecto para hacerlo por la mañana y desentumecer el cuerpo. Tiene multitud de beneficios para el cuerpo y la mente y no te llevará más de unos minutos. Puedes hacer tantos ciclos como quieras o te permita el reloj. Empieza más lento y a medida que tu cuerpo vaya calentándose incrementa la intensidad. Esta clase es perfecta para aprender a practicarlo.
6. Toma un desayuno completo. Dedica el tiempo necesario a alimentar tu cuerpo. Dicen que el desayuno es la comida más importante del día, y si has conseguido levantarte temprano, meditar y después hacer un poco de yoga, a estas horas debes estar hambriento. Si tomas fruta, que sea lo primero. Mientras preparas lo demás, dará tiempo a que se digiera. Después lo que tomes habitualmente, cereales, muesli, tostadas, café, te o infusión.
7. Regala amabilidad. Dedica una sonrisa, un abrazo, un momento de ternura a los miembros de tu familia. Si vives solo, hazlo con la persona que te apetezca, el portero, un compañero de trabajo, amigo o vecino. Recuerda que la vida es como un boomerang, aquello que damos nos será devuelto.
El famoso “empezar el día con buen pie” es responsabilidad nuestra, y no un regalo venido del cielo.
Namaste