Pies para qué os quiero

Pies para qué os quiero

Pies para qué os quiero


By: Carla Sanchez  |  Jan. 28, 2015

Como mujer coqueta que soy, cualidad que se potencia con mi profesión de actriz, a menudo me veo en la situación de tener que llevar tacones, casi siempre durante más horas de las soy capaz de soportar. Al día siguiente me siento apaleada, el dolor de pies es protagonista absoluto y mi espalda está hecha un ocho. Suena familiar ¿verdad? Si tu trabajo, o tu estilo de vida te condicionan con el calzado, si sufres continuos dolores de espalda o rodillas, el yoga es tu complemento ideal para equilibrar y volver a aprender a poner los pies sobre la tierra.

En varias ocasiones he leído que los pies son los grandes olvidados en cuanto a cuidado personal se refiere. Impartir clases de yoga me ha dado una perspectiva mucho más consciente del importantísimo papel que cumplen en nuestra salud global, comprobando en primera persona que es verdad, les hacemos poco caso, o ninguno. La visión de pies maltratados sobre la esterilla es más común de lo que me gustaría reconocer. Ya sean cayos, durezas, sequedad severa en la piel, o uñas a lo loco, ahí están, abandonados en la baja periferia del cuerpo, esperando a que les prestemos atención de una vez.

El yoga contempla los pies como la base de todo, sobre ellos recae el peso del cuerpo y realizan un gran trabajo día a día, gestionando la fuerza de la gravedad y el movimiento. El yoga acude en nuestra ayuda con un gran abanico de posturas que fortalecen los tobillos, mejoran la forma de pisar, la sensibilidad, ensanchan el pie y previenen esas antiestéticas y dolorosas deformaciones en los huesos, mejorando también la circulación hacia las piernas y la salud de la espalda.

TADASANA es la postura clave.

Su traducción literal es “postura de pie”, conocida también como “la Montaña”. ¡Que no os engañe su aparente sencillez! Aporta la mejor base posible para tener los pies bien plantados en el suelo, en la práctica de yoga y en la vida; cada postura de pie reproduce una y otra vez esta colocación:

– Los dedos gordos se tocan ligeramente por delante y los talones están separados unos centímetros entre sí. Levanta los dedos de la esterilla y ábrelos todo lo que puedas como abrirías los dedos de la mano; vuelve a apoyarlos manteniendo ese espacio.

– Empuja los tobillos hacia el centro de tus piernas, tratando de levantar el arco del pie, este gesto activa toda la musculatura del tren inferior.

– Bascula la pelvis hacia delante proyectando el coxis hacia abajo y alargando la zona lumbar; activando el abdomen se alarga el tronco.

– Gira los hombros hacia atrás acercando los omóplatos y abriendo el pecho. Estira los brazos activamente hacia abajo con la palma de las manos mirando al frente y tira de la coronilla hacia arriba, creando la sensación de crecer en dos direcciones, con los pies hacia la tierra y con la cabeza hacia el cielo.

Practicar este asana mejorará tu postura en general. Entre otros beneficios aporta calma y foco mental, potencia la presencia energética y crea seguridad interior.

Además del yoga puedes, aplicar algunos cuidados extra, que pronto se volverán esenciales en tus rutinas de belleza.

Lavar los pies todas las noches antes de dormir. Un gel aromático, a veces sales exfoliantes y secarlos bien, especialmente los espacios entre los dedos para prevenir la aparición de hongos, es un gesto de higiene diaria de lo más relajante.

– No sin mi piedra pómez. Evitaremos las durezas usándola en las zonas externas, el talón y dedos; dos o tres veces a la semana bastará para tener los pies como un bebé.

Crema y más crema. Hidratación en los pies siempre después de la ducha o de lavarlos. Aprovecha para dar un agradable masaje, aunque sea cortito lo notarán. Para los amantes del masaje, no renunciéis a la Reflexología podal, es mágica.

– Llevando un buen calzado. Un zapato mono es una tentación, pero podemos mejorar el estado de los pies moderando el uso de taconazos, o modelos que se estrechan demasiado por delante. Por suerte el calzado urbano-deportivo es cada vez más atractivo.

Yoga y más yoga. Volvemos al punto de partida. Cuidando la postura de los pies, todo el cuerpo estará mejor colocado y la espalda más relajada. El yoga se practica descalzo, pero si eres escrupuloso, el uso común de esterillas te da reparo y prefieres llevar calcetín, los calcetines antideslizantes de Pilates son una opción estupenda.

Es hora de hacer una declaración de amor: Pies os queremos.
Os queremos para recorrer el mundo, para saltar, bailar a pierna suelta, para hacer deporte y sentirnos fuertes, para pisar firmemente y trazar nuestro camino. Os lo merecéis todo.

Carla Sanchez es profesora de yoga en Aomm.tv, puedes ver sus clases en este enlace.


 

Carla Sanchez

Profesora de yoga en aomm.tv y actriz. Practica yoga desde niña. El entusiasmo por la expresión y la conexión con el cuerpo son característica de su carácter. Recibe formación en Hatha yoga en la ‘Escuela Internacional’, y en Vinyasa Flow en Nueva York con ‘Evolation’


 



La respiración en yoga y pilates

No es raro ver estas dos disciplinas agrupadas en una misma categoría, o incluso como partes de una misma clase. De hecho, el método Pilates utiliza algunas posturas de Yoga como base para sus ejercicios aunque el objetivo, la dinámica y la musculatura empleada no sean los mismos. Hay bastantes diferencias entre ambas, pero esto no es obstáculo para poder beneficiarse de las ventajas que cada una puede aportar a nuestro entrenamiento, hasta el punto de combinar las dos.

De entre las diferencias más señaladas entre el método Pilates y el Yoga, la respiración es una de las cuestiones clave que merece la pena conocer para adaptar cada ejercicio al modo de ejecución adecuado. En ambas la respiración ocupa un lugar muy importante y forma parte del conocimiento correcto de cada una de ellas.

En el caso del Yoga, tenemos el protagonismo absoluto del ‘pranayama’ o ejercicios específicos de respiración para controlar la ‘energía vital’ o el ‘prana’. Estos ejercicios no existen en absoluto en Pilates y su aprendizaje es básico para realizar una aproximación completa a la primera disciplina. Más allá de los pranayamas, la respiración en el resto de las posturas o asanas es una respiración que busca la calma y en la que inhalamos y exhalamos siempre por la nariz. Para la práctica de Yoga usamos una respiración completa, llenando zona costal y abdominal, y generalmente se intenta poner más énfasis en la exhalación, incrementando ligeramente su duración frente a la inhalación. También puede haber algunas asanas en las que ‘retengamos’ el aire tras la inspiración (plano inclinado en el saludo al sol). En cuanto al movimiento, hay tres principios generales (sujetos a excepción): cuando abrimos el pecho, la cabeza va hacia arriba, o hay una extensión del tronco: inhalamos; cuando la postura lleva la cabeza hacia abajo, hay una contracción del tronco o una flexión hacia adelante: exhalamos; en las torsiones inhalamos cuando alargamos la espalda y exhalamos al realizar la torsión.

En Pilates la respiración tiende a ser torácica para mantener la musculatura del abdomen sujeta; se inspira por la nariz y se espira por la boca, adaptando la salida del aire a la duración del movimiento ya que intentamos que al exhalar se reduzca la presión “intraabdominal”; en general, el objetivo de la respiración en Pilates es facilitar el movimiento y el control de la zona central del cuerpo, por tanto cuando la respiración busca facilitarlo la tendencia es exhalar cuando alejamos las extremidades o palancas del centro e inspirar cuando el ejercicio tiende a la contracción (acercar palancas al tronco); hay adaptaciones de ejercicios que para buscar un mayor desafío cambian la respiración y la realizan al contrario. Una recomendación importante para los principiantes es no agobiarse con la respiración ya que poco a poco irá integrándose de manera natural en los ejercicios. Lo más importante, por lo tanto, es que sea fluida y no quede bloqueada.

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