Pilates: la revolución del ejercicio físico

Pilates: la revolución del ejercicio físico

Pilates: la revolución del ejercicio físico


By: Gaia Staff  |  Apr. 08, 2015

En mayor o menor medida, todos hemos escuchado alguna de estas frases sobre el Método Pilates, de las cuales alguna es verdad, pero la mayoría no.

¿Reconoces haber escuchado algunos de estos tópicos sobre pilates?:

-Es aburrido.

-No se suda nada.

-¿El nombre viene de un señor?

-Son sólo respiraciones y estiramientos.

-Sobre todo se hacen abdominales.

-Es como yoga ¿no?

-Es para señoras y personas mayores.

-Es buenísimo para la espalda.

Para entender en qué consiste Pilates y sus principios, dominar los ejercicios y comprender la revolución que ha supuesto en la forma de entender el entrenamiento físico y mental, es necesario, incluso diría que imprescindible, conocer a su creador. Su persona y circunstancias están directamente relacionadas con el desarrollo de los ejercicios y el objetivo a conseguir: una calidad de vida excepcional.

Muchos pensarán que estamos hablando de una técnica nueva de entrenamiento, una revolución futurista del siglo XXI, pero la historia del Método Pilates nos lleva a principios del XX.

Joseph Pilates (Alemania 1883-Nueva York 1967) era una persona enfermiza, desde su más tierna infancia sufrió de asma, fiebre reumática y raquitismo, lo que le obligó a pasar largas temporadas postrado en una cama de hospital. Pero Joseph, un apasionado del acondicionamiento físico y mental, desarrolló la Crontología, ciencia que definió como: “La ciencia y el arte del desarrollo coordinado del ‘Cuerpo-Mente-Espíritu’ a través de movimientos naturales, bajo el estricto control de la conciencia”.

Tomó el yoga, las artes marciales y el fisioculturismo como referencia e incorporó sus propios conocimientos sobre anatomía y actividad física. Poco a poco, su disciplina fue calando entre bailarines, acróbatas, rehabilitadores y fisioterapeutas, que fueron comprobando cómo sus cuerpos cambiaban: se hacían más fuertes, elásticos, resistentes y armoniosos. Tras su muerte ha dejado un legado de profesionales que enseñan su método, llamado Pilates en su honor.

Ahora sí, ya nos van encajando las piezas.

Terminemos de darle coherencia al porqué de esta revolución viendo sus enormes beneficios

1-. Desarrolla un cuerpo esbelto y tonificado.

2-. Aumenta la flexibilidad, la agilidad, el sentido de equilibrio y mejora la coordinación de movimientos.

3-. Mejora la alineación postural y corrige malos hábitos posturales.

4-. Mediante la respiración y la concentración, se alcanza un estado de relajación global, eliminando el estrés y las tensiones musculares.

5-. Integración total “cuerpo-mente”: aumenta la autoestima y el conocimiento del propio cuerpo.

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Tips para facilitar tu práctica

A veces, la práctica de yoga, y creo que es algo que a todos los no ha pasado en algún momento, puede resultar frustrante. Porque nos duele la espalda o el cuello en ciertas posturas o movimientos, porque nos falta flexibilidad o fuerza, porque no somos capaces de hacer las asanas que nos gustaría, porque nos cuesta coordinar la respiración con el movimiento… Sufrir o estar incómodos durante la práctica puede frustrarnos y llevarnos a pensar que el yoga no es para nosotros.

Por eso, en este post quiero compartir con vosotros todas esas modificaciones, recursos y hasta trucos que yo he ido adoptando desde que empecé a practicar yoga. Porque, por supuesto, a los profesores también nos ocurre. Cada cuerpo, cada mente, cada estructura ósea, muscular o articular es un mundo, cada forma física y estado de salud también, y debemos respetarlo para poder convertir el yoga en una práctica agradable y beneficiosa para nosotros.

Por eso, el primer consejo que quiero daros, y que ya habréis escuchado muchas veces, es no compararos nunca con nadie. La competición es un concepto carente de sentido en el yoga. Ni siquiera contigo mismo. Haciendo yoga hay que sentir, disfrutar y por supuesto, avanzar, pero nunca sufrir o forzarnos a hacer cosas que no son ni aptas ni buenas para nuestro cuerpo. Tampoco debe darnos ningún tipo de vergüenza no poder hacer una postura, optar por opciones más sencillas o, simplemente, descansar si lo necesitamos. A los profesores también nos ocurre.

En cuanto a los aspectos prácticos, vamos a ir parándonos en todo aquello que puede ayudaros a facilitar vuestra práctica:

La postura

Mucha gente decide hacer yoga porque sufre dolores crónicos de espalda y porque siente que el sedentarismo está haciendo huella en su cuerpo y en su salud. Normalmente, esto conlleva tener un tono muscular muy bajo y una escasa conciencia corporal, lo que hace que nosotros mismos tengamos “desactivados” músculos esenciales para nuestra postura a perjuicio de otros que asumen demasiadas tareas. Como los glúteos. Son los músculos más grandes y fuertes del cuerpo pero también los más perezosos. Si no eres consciente de su activación, puede que otros músculos tengan que acabar haciendo su trabajo, lo que creará desequilibrios en tu cuerpo y, finalmente, patologías. Por eso es tan importante prestar mucha atención a nuestro cuerpo, ser conscientes de cómo es nuestra postura y de los músculos que debemos activar durante la práctica. Los profesores siempre dan indicaciones posturales en las clases. Síguelas siempre pero, además, mi consejo es que no dejes de chequear tu postura en cada asana durante la práctica. Además, activar tu musculatura de forma consciente hará que se impliquen muchas más fibras musculares y que te resulte más fácil sobrellevar el esfuerzo físico que supone la práctica.

Flexiona las piernas

Al subir y bajar de tadasana, sobre todo al hacer los Saludos al Sol o practicar estilos como Vinyasa, puede dolernos la espalda. Algo que a mí me ocurría mucho al principio. Por eso os recomiendo que mantengáis una ligera flexión de piernas y que cuando os incorporéis y estéis de pie, mantengáis activos vuestros glúteos y vuestra faja abdominal (os ayudará llevar el ombligo hacia dentro y hacia arriba y alargar los costados). Y lo mismo cuando estéis en posiciones como Uttanasana, con la cabeza y la espalda hacia abajo: flexionad las piernas todo lo que necesitéis e incluso apoyad los antebrazos en los muslos o las manos en las rodillas para evitar el dolor en la espalda. Mantener los pies al ancho de la cadera durante vuestra práctica (obligatorio si estáis embarazadas) también os ayudará a repartir mejor el peso del cuerpo y no sobrecargar la espalda.

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