¿Qué estás sintiendo ahora?
¿Qué estás sintiendo ahora?
By: Lissi Sánchez | Nov. 24, 2016
El primer paso para que transformes la sensación interna de lucha, y puedas conectar con el amor y la confianza en tu día a día, pasa por que te hagas consciente de lo que estás sintiendo ahora.
Esta escucha forma parte fundamental de la práctica de Mindfulness (Atención Plena), pero es fácil malentender en qué consiste. No se trata de analizar las emociones que predominan en tu vida, ni de elaborar una valoración mental sobre si eres o no feliz. Por el contrario, la práctica consiste en que salgas de la mente para poder percibir momento a momento: ¿qué estoy sintiendo?
La sociedad moderna no nos ayuda en esta labor, y desde luego el ego tampoco. Vivimos sumidos en la ilusión del tiempo, convencidos de que cuando seamos capaces de alcanzar una circunstancia externa, ya sea laboral o sentimental, sentiremos al fin ese alivio que hoy nos elude. Estamos tan pendientes de alcanzar esa meta, y sobretodo tan convencidos de que seremos felices entonces (en ese futuro inexistente que solo es un ahora mental), que no prestamos atención a lo que estamos sintiendo en este momento. Vivimos desconectados del sentir, en una carrera hacia un bienestar que supeditamos al futuro.
A medida que empieces a ser más consciente de lo que estás sintiendo, y a detenerte para conectar con tus emociones y tu cuerpo varias veces al día, te irás dando cuenta de cómo funciona tu mente. Es precisamente ese “querer llegar a”, esa treta del ego que te dice que tu felicidad está “allí”, lo que te desconecta de tu presencia, lo que genera tu malestar y agotamiento. Suelta el esfuerzo, deja de pensar y siéntete, aunque sea unos minutos al día.
Si lo haces, poco a poco te harás consciente de que esa carrera, el deseo de huir de tus circunstancias actuales, guarda relación con tu valoración sobre ellas. Constantemente juzgamos las situaciones como negativas, por eso nos resistimos a ellas. La mente nos dice que debemos cambiarlas porque son erróneas, y nos sitúa en una cárcel ilusoria que nos impide vivir plenamente. No sabemos, nadie puede controlar, en qué va a consistir este baile de la vida, pero sí tenemos el poder de transformar lo que sentimos.
Las circunstancias de la vida no dependen de nosotros, pero sí podemos mejorar nuestra relación con ellas.
A medida que abandones los juicios sobre tu realidad y sobre quién eres, sueltes un poco el control y salgas del “tengo que”, empezarás a conectar con el presente y a aceptar lo que la vida te ofrece. En resumidas cuentas, dejarás de luchar. Poco a poco notarás que tu felicidad y paz internas se incrementan, incluso si sientes dolor en ciertos momentos. No entiendas el dolor como algo de lo que hay que librarse: en cuanto lo abrazamos, ¡se diluye!
La respiración en yoga y pilates
No es raro ver estas dos disciplinas agrupadas en una misma categoría, o incluso como partes de una misma clase. De hecho, el método Pilates utiliza algunas posturas de Yoga como base para sus ejercicios aunque el objetivo, la dinámica y la musculatura empleada no sean los mismos. Hay bastantes diferencias entre ambas, pero esto no es obstáculo para poder beneficiarse de las ventajas que cada una puede aportar a nuestro entrenamiento, hasta el punto de combinar las dos.
De entre las diferencias más señaladas entre el método Pilates y el Yoga, la respiración es una de las cuestiones clave que merece la pena conocer para adaptar cada ejercicio al modo de ejecución adecuado. En ambas la respiración ocupa un lugar muy importante y forma parte del conocimiento correcto de cada una de ellas.
En el caso del Yoga, tenemos el protagonismo absoluto del ‘pranayama’ o ejercicios específicos de respiración para controlar la ‘energía vital’ o el ‘prana’. Estos ejercicios no existen en absoluto en Pilates y su aprendizaje es básico para realizar una aproximación completa a la primera disciplina. Más allá de los pranayamas, la respiración en el resto de las posturas o asanas es una respiración que busca la calma y en la que inhalamos y exhalamos siempre por la nariz. Para la práctica de Yoga usamos una respiración completa, llenando zona costal y abdominal, y generalmente se intenta poner más énfasis en la exhalación, incrementando ligeramente su duración frente a la inhalación. También puede haber algunas asanas en las que ‘retengamos’ el aire tras la inspiración (plano inclinado en el saludo al sol). En cuanto al movimiento, hay tres principios generales (sujetos a excepción): cuando abrimos el pecho, la cabeza va hacia arriba, o hay una extensión del tronco: inhalamos; cuando la postura lleva la cabeza hacia abajo, hay una contracción del tronco o una flexión hacia adelante: exhalamos; en las torsiones inhalamos cuando alargamos la espalda y exhalamos al realizar la torsión.
En Pilates la respiración tiende a ser torácica para mantener la musculatura del abdomen sujeta; se inspira por la nariz y se espira por la boca, adaptando la salida del aire a la duración del movimiento ya que intentamos que al exhalar se reduzca la presión “intraabdominal”; en general, el objetivo de la respiración en Pilates es facilitar el movimiento y el control de la zona central del cuerpo, por tanto cuando la respiración busca facilitarlo la tendencia es exhalar cuando alejamos las extremidades o palancas del centro e inspirar cuando el ejercicio tiende a la contracción (acercar palancas al tronco); hay adaptaciones de ejercicios que para buscar un mayor desafío cambian la respiración y la realizan al contrario. Una recomendación importante para los principiantes es no agobiarse con la respiración ya que poco a poco irá integrándose de manera natural en los ejercicios. Lo más importante, por lo tanto, es que sea fluida y no quede bloqueada.