Amalia Panea
Soy periodista experta en fitness, nutrición y salud, además de profesora de fitness y yoga. Al terminar mis estudios de periodismo, sin demasiada vocación entonces, me formé como profesora de aeróbic. Después vinieron body pump, body combat, body balance y otros programas de fitness. Durante más de veinte años trabajé como periodista a la vez que daba clases en muchos gimnasios de Madrid, sobre todo en el Club Deportivo Metropolitano, mi casa, y donde introduje el yoga.
Con el tiempo, ambos trabajos se interrelacionaron y retroalimentaron, especializándome, cuando el interés por el ejercicio y la salud no era tan grande como ahora, en ejercicio y nutrición. He sido redactora y colaboradora de revistas femeninas como Elle, Women’s Health o Runner’s, y he trabajado en medios online como Terra, Correr y fitness y Elle.es, mi “otra casa”, y donde sigo trabajando actualmente. También tengo un blog (Fitness para corredoras), he colaborado en programas de radio y trabajo como health coach.
Después de muchos años impartiendo clases de fitness de alto impacto mi cuerpo empezó a agotarse. Me dolía la espalda, me sentía cansada y mi mente empezaba a pedirme otras cosas. Gracias al programa body balance descubrí el yoga y decidí formarme como profesora de Hatha por la Asociación Internacional de Profesores de Yoga Sananda (AYPIS) en Yoga Center. Esa formación cambió por completo mi relación con el ejercicio, con mi cuerpo y con mi mente. Fue un auténtico punto de inflexión en mi vida y en mi carrera profesional. Porque a partir ahí, el yoga lo inundó todo. Poco a poco fui abandonando las clases de fitness para impartir sólo clases de body balance y yoga. Y finalmente, sólo yoga.
Gracias al yoga mi cuerpo rejuveneció y se restauró. La espalda dejó de dolerme, se acabaron las lesiones. Pero la transformación fue mucho más que física. Esa conexión entre el cuerpo y la mente. Esa forma suave de ejercitar el cuerpo, de calmar la mente, de ir hacia dentro, el descubrimiento de la respiración consciente… El placer de recibir clases y, sobre todo, de impartirlas, de enseñar lo que yo misma voy aprendiendo y descubriendo, me llena de felicidad. Para mí, ser profesora de yoga es un auténtico regalo.
Como le pasa a mucha gente cuando descubre esta disciplina, tu vida cambia. El ritmo se vuelve más pausado, más consciente. Emprendes un viaje interior que se refleja en tu exterior, en lo que te rodea, en los que te rodean. Por suerte, no he abandonado mi trabajo como periodista porque ambas cosas fluyen y se han integrado a la perfección.
Como muchas mujeres, trabajo mucho, soy madre, tengo poco tiempo para mí. Siempre que puedo acudo a formaciones y talleres para seguir aprendiendo de otros profesores. Pero también soy muy autodidacta: leo, veo prácticas online, leo los blogs de otros profesores que me inspiran, sigo sus clases en Aomm.tv. Y además, tengo la suerte de escribir muchos artículos sobre yoga, de recibir información sobre nuevos centros, nuevas disciplinas, nuevas tendencias. E intento contarlo a través de los medios para los que trabajo con la misma pasión e interés que a mí me producen.
Poco después de formarme como profesora de Hatha yoga y de empezar a impartir clases dos estilos llamaron poderosamente mi atención: Vinyasa y Power Yoga. Esa forma de acompasar el movimiento con la respiración y el efecto que ello produce en el cuerpo y la mente, nunca deja de asombrarme. Así que empecé a experimentar con estos estilos, introduciendo todo aquello que había aprendido con otras disciplinas, como el Método Hipopresivo y la Inteligencia Corporal, que me hicieron plantearme algunos ajustes en la práctica de yoga para hacerla más amable y accesible. Para mí misma y para mis alumnos.
He dejado muchas cosas atrás. He renunciado a otras, sobre todo por mis hijos. Pero nunca he contemplado la opción de abandonar mis clases de yoga que, actualmente imparto en el espacio ecológico Divina Natura, en Paracuellos (http://www.divinanatura.com/), y de forma privada. Son mi espacio, mi lugar para desconectar de todo y conectar conmigo misma. Y eso es lo que intento transmitir a mis alumnos. De los que siempre, en cada clase, disfruto y aprendo.
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